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Viacrucis cicloturista: I. Primera parada

on martes, 25 de septiembre de 2018


No me asustan
los desvíos, los puentes,
sólo quiero seguir
acercándome, acercándome
puedo encontrar ese paraíso
acercándome, acercándome

—Soda Stereo, En camino


Voy a dividir este post en varias entradas, porque fue un viaje largo, con muchísimo que contar de cada lugar, etapa, gente, comida, animales, momentos, asoleadas…

I. Primera parada

En semana santa, el Movimiento Bicicletero de Cuernavaca (MBC) organizó una rodada cicloturista a la que denominó Viacrucis bicicletero. Decidí unirme por el interés que se ha ido despertando en mí de realizar un viaje cicloturista de largo aliento, a cualquier parte del país e incluso fuera. Así que acudí puntual a la cita el jueves 29 de marzo, en el emblemático Palacio de Cortés, punto de arranque de toda historia posible e imposible.

Debo confesar, antes de continuar, que me sentí un poco decepcionado al llegar a la cita porque, al encontrar a los contertulios de la rodada, me percaté de que la mayoría venía con poco equipaje. Esto me sorprendió, pues yo pensaba que para un viaje de cuatro días hacía falta algo más que una simple mochilita de agua. Pero ya estaba ahí, y ni modo que me regresara a mi casa a dejar lo que ahora parecía una sobrecarga de equipaje; además, para mí toda aquella carga parecía indispensable, así que siempre era posible que ellos estuvieran mal equipados, no que yo estuviera proveído en exceso, en fin…

Como el viaje tuvo varios puntos de salida y llegada, se dividió, como este post, en varias etapas, la primera de las cuales fue el arranque, del centro de Cuernavaca a Tlaltizapán. Bajamos al Polvorín y tomamos la pista. Yo nunca había salido con dos alforjas repletas y bolsa de dormir, así que la Crítica de la Razón Pura (así se llama mi amada Serfas, a quien de ahora en adelante llamaré CRPu) se sentía bastante pesada y un poco más difícil de maniobrar que de costumbre, pero parecía dispuesta a aguantar lo que se le pidiera.

El descenso por la pista hasta la salida a Chiconcuac estuvo muy bien. La CRPu iba lenta pero con paso firme. Al tomar la desviación al aeropuerto en dirección oriente, hacia un lugar que en el mapa aparece como Lomas del Manantial, hay un pequeño ascenso insignificante pero que, con carga en la bici, puede hacerle ver a uno lo que le espera más adelante.

Llegamos al crucero y bajamos por la carretera Tejalpa-Zacatepec hacia Chiconcuac. Pasamos Los Laureles, Santa Rosa 30-30 y en el crucero de Plan de Ayala (inconfundible porque hay un Oxxo, como en todos los cruceros) giramos hacia la izquierda, por la carretera Galeana-Cuautla, rumbo a Tlaltizapán, hasta llegar al cuartel del Comandante Supremo del Ejército Libertador del Sur a pasar lista.

Foto y toda la cosa, y luego a zocalear las rigurosas quesadillas y tlacoyos de chales, requesón y papa.

Antes de llegar a Tlaltizapán se nos unió un compa que venía en una bici híbrida que sufrió terriblemente la terracería posterior, y en el pueblo se juntó un ciclista más. De Cuernavaca salimos Tuning Bike y señora, Lizette Zoraida, ambos guías; la Doctora Nelly Furtado (el apellido es invención mía); Reynaldo Arenas, visitante proveniente de la Barranca del Muerto (también invención mía el segundo nombre); Armando, el ciclista de la novatada, y yo, igual novato pero curtido en la Subida a Chalma.

Luego de los tlacoyos volvimos al camino saliendo de Tlaltizapán por una ruta de terracería llamada en sus inicios Paseo del Campesino, que desemboca, primero, en Los Dormidos, una ranchería muy pobre, de unas diez casas, que ni siquiera aparece en el mapa, donde no tienen una gota de agua pero sí Jarritos y Coca-Cola, así como un salón del Conafe donde, sospecho, hace mucho que nadie se ha parado. Luego, uno va a dar al pueblo soleado y silencioso de Lorenzo Vázquez. Para entrar ahí viniendo de Los Dormidos hay que mojarse los pies en una porción no muy profunda del río Cuautla.

Este camino atraviesa el rombo semidespoblado que se forma entre los cuatro vértices de Temilpa Viejo, Jojutla de Juárez, Chinameca y Valle de Vázquez. Lo divide una sierra majestuosa cuyo nombre desconozco, la cual flanquea vigilante el Paseo del Campesino. Hay aquí una gran cantidad de ganado vacuno, espectáculo sin igual para el citadino acostumbrado a ver carros y más carros en las ciudades.

Un paraíso de 30 grados para arriba en esta temporada, bañado de sol y hundido en un silencio abrumador que sólo se rompe con el mugir de las vacas y el paso esporádico de algún ganadero en su camioneta.

***




La CRPu bien ataviada para el viaje.




Zona cañera, en la carretera Galeana-Cuautla.




Dirección a Las Estacas, por si alguien ocupa un chapuzón de agua helada.



Parada del transporte público antes de entrar a Tlaltizapán, o futuro puesto de elotes.




Cuartel General de Mi General (válgame) Emiliano Zapata Salazar en Tlaltizapán.




La CRPu posando para la foto. El sombrero calentano provee mejores servicios que el casco Fox en estos casos.




En el zócalo de Tlaltizapán. Ese bote en el portavasos era agua de naranja con hielo, que media hora después se estaba fermentando a causa de la calors.




El Paseo del Campesino rumbo a Los Dormidos.




La sierra de Tlaltizapán.




Justo a la mitad de ese rombo que se asemeja a la península del Indostán se encuentra Los Dormidos. Favor de ignorar la promesa de 3 h 47 min para hacer todo ese recorrido.

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